jueves, 10 de enero de 2019

Siempre fallé.

Conozco de cerca la falsa sensación de esperanza, la sensación que todo esta saliendo bien y nada puede tumbar la torre que construí... pero aún con cimientos firmes todo tambalea de la nada, todo se vuelve oscuro, todo me atrae hacía abajo y es un espiral sin fin. 

A veces despierto y recuerdo cosas. Las dolorosas, siempre encabezan la lista. No hay una gran explicación a esto, o tal vez, debería ir a un psicólogo que intente descifrarlo él. La verdad es que me rindo fácil a estos pensamientos, me dejó que me atrapen, me ahogo por un rato. Todo está mal, todo es dañino. Nada de arcoiris.

No respiro, eso es lo primero que se me ocurre pensar. Me duele el pecho, me están clavando algo pero nadie está conmigo, nada real me está pasando. Escucho zumbidos, comienzan las voces. Nada va a salir bien. Me agitó, muevo las manos sin parar, todavía no lloro. Me contengo con la poca voluntad que me queda. Pero estoy sola y eso provoca que todo crezca, nadie me ve. Puedo morir en este instante y nadie lo sabría.

Eso me causa un terror aún más grande, porque soy capaz de cualquier cosa y no medir las consecuencias... lo hago, me lastimo, me arrepiento, me lo tapo y finjo que no está, que nunca pasó y todo tiene que volver a la normalidad.

Nada vuelve a la normalidad luego de eso, porque yo lo arruine una vez más, a eso me dedico los días en que mi mundo se desmorona, a fallarme y llorar por fallar, en un bucle.

martes, 20 de noviembre de 2018

20deNoviembre2018

Quiero contarte como me fue en estos días, quiero inventar más palabras para divertirte, quiero que sepas que todo está bien por acá y que nada podría hacerme cambiar de opinión. Que la vida es hermosa y la banda sonora acompaña demasiado bien, pero no puedo inventarse cuentos rosas hoy, no puedo ser una película de comedia, ni puedo levantar una sonrisa aunque el dia no esté gris.
No puedo y no quiero, porque la verdad, es que no me molesta que sentirme así, no mientras dure un momento. No si lo puedo controlar. No me molesta llorar un rato, porque los viejos sabios dicen que cura el alma.
Así que perdón por no hablarte, perdón por no querer mirar tus cosas, perdón por no poder opinar positivamente. Perdón por todo, algún día volveremos a empezar si es que mi locura no empaña todo otra vez.

sábado, 26 de mayo de 2018

Extrañar.

Es frustrante. Es una emoción innecesaria que conlleva a la depresión, y viene siempre los domingos.

En raras excepciones los sábados, como esta vez que todo mi cuerpo extraña, lo extraño a él y sus no mensajes románticos, extraño que me haga reír. Pero todo se suma a que extraño estar en mi casa, con la familia.

Extraño tener el pelo largo, tener unos años menos, salir el sábado a escondidas. Extraño banalidades que se suman a esta desesperante depresión que me ataca.

No sirve salir y despejar la mente, no sirve pensar que es cosa de un día porque cuando el sentimiento se apoderó de una parte de mi ya tiene el control. Ya extraño con más fuerzas.

jueves, 3 de mayo de 2018

Me gustas.

Dos palabras formando la oración más fuerte de este mes (Y recién arranca).

Me gustas tanto como las series de superheroes, me gustas tanto como el frío que esta llegando. Me gustas y es tan sencillo decirlo que me da miedo que se me escape cuando te vea.

Porque decir me gustas no significa que el sentimiento este allí recíproco. No puedo saberlo, no se si quiero saberlo. La verdad es que me alegra sentirlo yo, me alegra saber que hay una persona por ahí que me hace sonreír. Sonreír de verdad y tener ganas de quedarme hasta madrugada hablando.

El volver a empezar riendo por alguien es uno de los revoltijos en el estómago que más extrañaba. Y me gustas tanto que las mariposas salieron volando, como en el video de calle 13, uno de esos últimos antes de no ser más C13.

Así de sencillo y complicado a la vez.

miércoles, 28 de marzo de 2018

No te vendas.

No te vendas por un beso.
No te rebajes al duro momento de soledad que tenes con una bebida alcohólica en la mano y el mundo a tu alrededor no para de moverse.
Hace calor, la música es aturdidora y por ahí están esos labios tentando. Pero no te vendas por un beso. Por favor no.
Porque no se puede negar lo especial que puede ser ese contacto.
Lo embriagador que resulta el momento pero el después siempre te asesina lentamente.


A veces no solo quien esta del otro lado conspira en tu contra. Todos están mirando, apostando porque lo hagas. Te victorean y uno simplemente jamas se niega a la masa.
Por eso, no te vendas. Toma la precaución de aclarar todo antes. Analiza las opciones y luego escapa.

¿...Que si mi consejo es escapar de ese beso? Si y te lo repito una vez más. Escapa de ese beso porque no es lo que buscas. De este raro encuentro donde la música ahora suena demasiado fuerte no nace el romance, por lo menos no el bueno, no el de los cuentos. No el que te mereces.

No te vendas porque hay que besar. No te vendas por un beso.

lunes, 31 de octubre de 2016

La dignidad.

A veces siento que todos buscamos enamorarnos perdidamente de alguien. Pero no nos gusta expresar tal necesidad al extremo por eso preferimos mirar con ojos desconfiados a cualquiera que se digne a tirar un piropo.

Nos escondemos debajo de ese falso duro y frío corazón. Aunque no defino bien para que lo hacemos. Si es por evitar que nos lastimen como alguna vez o porque perdimos el coraje que nos da enamorarnos.

Pienso que sentir el amor te tiene que traer esos altibajos de querer extirparte un pedazo de cuerpo para solo sentir ese dolor y luego estar encima de una nube con exquisitas delicias que probar. Sentir amor es que Dios te toque el hombro unos segundos y más tarde que el diablo se divierta con vos.

Entonces nos arrastramos por conseguir aquello tan digno y a la vez lo rechazamos por el después. La mayoría del tiempo elegimos mirar hacia otro lado así desterramos el hecho de que en un tiempo vamos a soltar lágrimas por separarnos.

Incluso aquellos que confían en que existe su otra mitad en algún lugar del planeta son indecisos con tirarse a la pileta sin revisar el nivel del agua.

Volvimos al amor un sentimiento para estar precavido, casi como una enfermedad. Analizamos cada situación y hacemos experimentos previos a la verdadera relación sin darnos cuenta que cuando tenemos que optar por un sí o un no estamos hasta el cuello de amar.

Los que estamos en medio de la sensación apasionante y somos felices, tenemos un mini vértigo en la boca del estómago que nos dice caminar con precaución. Se nos acelera el corazón por la adrenalina; el hilo de pensamiento que nos lleva a que todo puede terminar en un segundo.


Es verdad… todo tiene fecha de expiración pero no podemos estar siempre esperando que eso llegue. Sería como tener miedo de morir y entonces no salir nunca de tu casa. Si hay algo por lo que es meritorio sufrir, es por amar y todos sus daños colaterales.

jueves, 28 de julio de 2016

Una explicación.

¿Qué es eso de que salimos con terror a una calle? De esa sensación de no poder confiar en nadie. De la incertidumbre de que te puede pasar.
Con la constante indecisión de vigilar a todos o mirar el suelo para no tropezar.

¿Cómo es eso de que las carteras son blanco fácil? De que los bolsillos van vacíos, y ni los auriculares podes tener. De que el valor de un papel varía si es tuyo o te lo roban.

¿De que se trata ese texto donde nos resumen como la especie civilizada? 

*Te llamo cuando llegue* Porque es muy probable que termine con un brazo roto por una llamada.
*Ahora no puedo* Porque voy en bondi e incluso ahí todo es peligroso.

Necesito con urgencia una explicación que tal vez sea imposible de encontrar. Porque los animales eran los seres irracionales e impredecibles y ahora nosotros nos comportamos como tales. El balance de si vale la pena o no confiar en alguien ahora tiene carga extra en el lado negativo.

¿Dónde queda lo de nunca juzgar un libro por su portada cuando ahora tenes que mirar eso para estar alerta? ¿Somos cazadores? ¿Nos cazan?

Y no te queda otra que admitir que nos mal acostumbramos a tener este rechazo hacia el resto. No queda otra que confesar que lo naturalizamos demasiado al punto de ciertos horarios armarnos un toque de queda.

Ahora resulta que ademas de vivir para estudiar, estudiar para trabajar y trabajar para pagar vivimos para desconfiar. Me encantaría ser la que diga que el mundo es un lugar ideal para ser feliz pero a veces la nube negra persigue tu cabeza.

Es el miedo quien hace que sobrevivas muchas veces, pero te deja esa sensación de suciedad en el cuerpo que es peor que una mancha de aceite en la mejor camisa.

No somos una especie civilizada cuando tenemos esta manía de que la adrenalina esta en una montaña rusa infinita. Menos aún cuando la guerra creada por gente que se odia destroza corazones inocentes. No, no lo somos. Dejamos hace tiempo de serlo o en realidad todo fue una idea utópica y en verdad jamás lo fuimos.