domingo, 1 de noviembre de 2015

Complejo de héroe.

Esa injusta manera de darte cuenta de como son las cosas. Son baldes de agua fría.

Papá Noel no existe, balde. La magia no existe, fría. Mamá y papá se van a separar, balde.

Me gustaría que la vida te de un aviso de cosas malas que se avecinan. Sentiríamos el golpe pero estaríamos un poco más preparados.

Como cuando nos damos cuenta que nuestros padre no son super héroes.


Todos vamos creciendo con esa imagen en tu cabeza que de un momento a otro sacan una capa, combaten el mal y vuelven a casa a preparar un rico desayuno.

Se encargaron y se encargan de que nuestro mundo de fantasía, nuestra burbuja no desaparezca del todo, que sigamos soñando, que seamos felices un tiempo más.

Y es que los ojos de un niño le cuesta no crear situaciones dignas de Marvel. Esa pantalla gigante en su cabeza le da imágenes de su padre volando con la S en su pecho, a la madre dando vueltas para cambiarme de ropa.

Entonces a medida que pasa el tiempo esa mística pantalla cae y no siempre de la mejor manera.

¿Comienzan los problemas? En cierto modo sí, porque a fin de cuentas termina siendo doloroso que tu héroe personal no puede salvarte o incluso darse cuenta que estás en apuros.

Les generamos esa presión que hay momentos que no pueden, ni saben controlar. Ellos son ex niños con sueños aún sin cumplir. Ahora son adultos que quizás tuvieron que crecer de golpe; que no saben que les espera en su camino, que comenzaron a creer en el horóscopo. Son mayores que no confían en buenas intenciones, que su rutina es como y es y nada más detrás.
A esos adultos que les quitamos el derecho del abrazo, que aunque no los veamos lloran peor que nosotros. A esos que les dejamos de decir cuanto los queremos por el simple hecho de que se jubilaron de su profesión extra-curricular de ser super héroe. Y es injusto.

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