martes, 17 de noviembre de 2015

Decepción

Las decepciones son todos los días y aparecen de forma menos pensada. Ese té que está demasiado frío, el colectivo que no logras parar, tu equipo de fútbol pierde, tu chico no te mira más...

Tu chico no te mira más... No te mira más y el mundo se viene abajo. Siempre tuve esta pequeña teoría (ya estaría necesitando un libro de todas las que formulo) donde siento que las decepciones son igual que un agujero negro, una vez que te atrapan adiós para siempre.

Sos succionada por este torbellino de emociones y por más que corras en círculos no va a parar; digamos que tu cabeza no colabora para que te sientas mejor porque influye con pensamientos inútiles que solo en ese momento tienen coherencia. 

Creo que lo único agradable de la decepción es que te libera de esa mentirosa pantalla que cubría tus ojos. Eso y que no siempre esta acompañada de la inmensa tristeza y depresión. No, a veces no te quedas llorando mirando la nada con la lista de reproducción versión funeral provista por Spotify. Muchas veces la decepción está de la mano con la ira y aunque este muy mal romper cosas de la nada es liberador.

Tenes esos recreos de tu memoria para agarrar lo que tengas a mano (por todos los dioses del Olimpo que no sea tu celular) y tirarlo contra la pared. ¿Arregla algo? No, pero la decepción disminuye circunstancial mente.

Supongo que otro de los factores por el cual uno se siente decepcionado tiene que ver con la persona del otro lado. En ese momento es IMPOSIBLE darnos cuenta que quizás por esas mínimas casualidades del universo no lo hizo adrede, ya lo sé tardamos tiempo en ese insignificante detalle. Antes podemos llorar, rabiar y odiar.

A fin de cuentas nosotros también decepcionamos a muchas personas y lo hacemos todo el tiempo. No somos unos santos, ni mucho menos las victimas. ¿Qué hacer cuando la decepción te golpea fuerte en tu bello rostro? Ir un paso a la vez.

Tal vez las peores tengan que ver con el hecho de que cierta persona rompió su encanto artificial que creías que poseía. Admití, grita si tenes aún más ganas, que es una completa mierda lo que hizo. No perdones, jamás por presión. Se perdona cuando una parte mínima sano y hay modo de seguir atando el resto. 

Por último no dejes que la decepción te lleve a una paranoia. A veces las cosas cambian y el destino se escribe a tu favor. Ninguna persona es igual a otra, el fútbol sigue luego de un partido, otro colectivo pronto va a llegar y el té siempre se puede calentar.

1 comentario:

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