jueves, 31 de diciembre de 2015

Mi balance.

Bueno, hay momentos en la vida en que uno tiene (y es obligación) representar un cliché.
En un último día de este año, en las últimas horas pretendo presentar aquí mi balance...

Me encantaría comenzar con todo lo malo porque mi inclinación inminente al negativismo y además porque lo bueno quedaría al final y esto tendría un ánimo especial de fin de año.



Comienza mi año con cambios completos de mi vida, me mude tres veces en total. Fui una nómada con valijas, cajas y libros... Primer año de la universidad, donde todo es más grande donde sos un pollito mojado al lado de quienes te explican a donde esta el baño. 
Llegué a perderme cada vez que entraba y no quisiera contar mi falta de simpatía con las nuevas personas, el contar ciertas cosas el resto guardarlas.
Como estudiar fue un problema, como resolver cuestiones específicas de libros, resúmenes y preparar exámenes. (que lo hice horrible porque mis vacaciones son para estudiar)
El extrañar mucho a mis amigos, el necesitarlos y llorar. Llore demasiado en el año, cada ciertas noches me reservaba mis horitas de agua salada, porque me limpiaba el alma en gran parte y porque no entendía qué más hacer.
Extrañar mi casa (en la que ahora escribo esto), mis cosas, mi mamá que vivió su año viajando para no estar sola.
Y cuando uno dice que ya termina el año que todo va a mejorar con el cambio del último número en los calendarios un golpe nos deja besando lona. Volví a llorar porque el cielo se ganó una nueva estrella, negué que eso sea verdad y espere que la broma se terminará pronto porque dolía saber que nada podíamos hacer a tanta distancia...

Entre tantas cosas que se enumeran como malas la vida me dedicó momentos de luz como a todos. Porque me gané unos buenos compañeros en este año, porque entendí a ser independiente de verdad y crecí (no del todo, porque bueno, es obvio que no puedo dejar escapar mi pequeña peter pan de adentro).
Estuve mucho más cerca de esa familia elegida que tengo por mi nueva ciudad. Hable mucho y lo sigo haciendo con mi madrina, en esa casa ya soy una adulta y eso me hace feliz en muchos sentidos.
Aprendí a convivir con mi papá que siempre fue mi superman distraído.
Fui feliz con mis momentos de disfrute de libros en mano, de las series que vi y esos cafés que son la gloria al alma.
El año que se está yendo me hizo viajar y visitar a aquellos que nos tuvimos que separar por ser algo más que inteligentes.


A pesar de todo se que fue un gran año de crecimiento y felicidad. El decir que mi balance luego de escribir esto fue un 55/45 de momentos buenos es lo mejor de todo. Lo malo siempre se soluciono con abrazos o una buena siesta. El nuevo año será como tiene que ser, con sus cosas buenas y las malas. No espero el camino despejado, espero que nadie se me pierda por el camino, solo eso.

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