jueves, 10 de enero de 2019

Siempre fallé.

Conozco de cerca la falsa sensación de esperanza, la sensación que todo esta saliendo bien y nada puede tumbar la torre que construí... pero aún con cimientos firmes todo tambalea de la nada, todo se vuelve oscuro, todo me atrae hacía abajo y es un espiral sin fin. 

A veces despierto y recuerdo cosas. Las dolorosas, siempre encabezan la lista. No hay una gran explicación a esto, o tal vez, debería ir a un psicólogo que intente descifrarlo él. La verdad es que me rindo fácil a estos pensamientos, me dejó que me atrapen, me ahogo por un rato. Todo está mal, todo es dañino. Nada de arcoiris.

No respiro, eso es lo primero que se me ocurre pensar. Me duele el pecho, me están clavando algo pero nadie está conmigo, nada real me está pasando. Escucho zumbidos, comienzan las voces. Nada va a salir bien. Me agitó, muevo las manos sin parar, todavía no lloro. Me contengo con la poca voluntad que me queda. Pero estoy sola y eso provoca que todo crezca, nadie me ve. Puedo morir en este instante y nadie lo sabría.

Eso me causa un terror aún más grande, porque soy capaz de cualquier cosa y no medir las consecuencias... lo hago, me lastimo, me arrepiento, me lo tapo y finjo que no está, que nunca pasó y todo tiene que volver a la normalidad.

Nada vuelve a la normalidad luego de eso, porque yo lo arruine una vez más, a eso me dedico los días en que mi mundo se desmorona, a fallarme y llorar por fallar, en un bucle.